Por mayor que sea la presencia de las redes sociales virtuales en la vida de las personas, la convivencia entre desconocidos en espacios públicos sigue siendo por lejos el mayor escenario de encuentros y desencuentros entre los habitantes de las grandes ciudades. La ciencia se ha abocado recientemente a develar algunos puntos de uno de los grandes enigmas del ser urbano contemporáneo: la comunicación con desconocidos.
Por un lado, científicos de una universidad de Chicago han indagado en las razones por las que los humanos -miembros de una especie eminentemente social- tiendan a ignorarse; y detectaron que esto se debe a una cruel paradoja: si bien casi todas las personas prefieren conectar con otras personas desconocidas, al viajar por la ciudad o utilizar espacios públicos, la mayoría supone que “los otros” no quieren establecer contacto. Una vez zanjado este prejuicio, otro estudio viene a profundizar en un punto clave para el diálogo entre desconocidos, que es cuando la persona resulta atractiva.
El estudio, realizado por psicólogos de la Universidad de Alaska, propuso a unos 600 voluntarios tres modos bien diferenciados de comenzar una conversación: la “frase gancho”, esa suerte de línea ingeniosa y atrevida, acuñada por el saber popular o la espontaneidad; la “pregunta abierta”, que refiere al contexto, y no puede ser contestada por sí o por no, como “¿qué te parece este grupo musical?”; y la “frase directa”, del estilo de: “me gustas, ¿te puedo invitar una copa?”. El resultado difiere según el sexo: los hombres prefieren recibir preguntas directas, y las mujeres, preguntas abiertas, ya que, explican los investigadores, ofrecen un contexto menos amenazante para la persona que lo recibe. Lo significativo es que, tanto para hombres como para mujeres, la “frase gancho” ha sido considerada como la peor opción, lo cual lleva a replantear el por qué de su buena fama y su persistencia en el tiempo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario