La oxitocina, a veces citada como la hormona del ‘amor’, tiene un estatus legendario en la cultura popular debido a su crucial papel en el comportamiento social y sexual, así como en la vinculación a largo plazo. Ahora, investigadores de la Universidad de Sydney y de la Universidad de Ratisbona han descubierto que la oxitocina también tiene una notable influencia en el efecto intoxicante del alcohol.
Cuando investigadores inyectaron oxitocina en el cerebro de ratas a las que luego se les dio alcohol, se evitó la falta de coordinación causada por la embriaguez alcohólica.
“En lo que sería equivalente a una prueba de sobriedad, los roedores que recibieron alcohol y oxitocina se comportaron con gran éxito, mientras los que recibieron alcohol sin oxitocina se desmejoraron severamente”, informó Bowen.
Los investigadores demostraron que la oxitocina impide al alcohol acceder a sitios específicos en el cerebro que causan los efectos intoxicantes del alcohol.
“El alcohol deteriora la coordinación al inhibir la actividad de las regiones del cerebro encargadas del control de la motricidad fina. La oxitocina frustra este efecto hasta el punto en que no podemos decir, a partir de su comportamiento, que las ratas están realmente borrachas. Es un efecto realmente notable”, recalcó Bowen.
Este efecto ‘antiembriguez’ de la oxitocina aún no se ha demostrado en los seres humanos, pero los investigadores planean llevar a cabo estos estudios en un futuro próximo.
"El primer paso será asegurarnos de tener un método de administración de medicamentos para seres humanos capaz de permitir que la oxitocina llegue en cantidades suficientes al cerebro. Si lográramos eso, sospechamos que la oxitocina también podría ayudar a que el habla y la cognición resulten menos afectados después de un consumo de alcohol relativamente alto”, indicó Bowen.
Cabe señalar que la oxitocina no podrá salvar a nadie de ser detenido mientras conduce a casa desde el bar.
“Aunque la oxitocina puede reducir el nivel de intoxicación, en realidad no cambia el nivel de alcohol en la sangre”, advirtió el doctor Bowen.
“Esto es porque la oxitocina impide que el alcohol tenga acceso a los sitios del cerebro que determinan que una persona se conduzca de acuerdo con el estado de embriaguez, pero no hace que el alcohol abandone el organismo más rápido”.
Algunas personas pudieran preocuparse porque un medicamento que disminuye su nivel de intoxicación las anime a beber más, pero resulta que experimentos separados dirigidos por los investigadores y otros grupos han demostrado que tomar oxitocina en realidad reduce el consumo y el deseo de alcohol tanto en ratas como en humanos.
“Creemos que los efectos de la oxitocina sobre el consumo y el anhelo de alcohol funcionan a través de un mecanismo en el cerebro similar al que se identificó en nuestra investigación”, dijo el Dr. Bowen.
Estos hallazgos podrían acompañar el desarrollo de nuevos tratamientos contra los trastornos relacionados con el consumo de alcohol, basados en la oxitocina y enfocados en este mecanismo.
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