Si bien el entrenamiento en el gimnasio tiene sus atractivos evidentes e innegables (como por ejemplo, que los cambios climáticos no sean un condicionante para tu rutina de ejercicios), estudios recientes sugieren que existen beneficios extra del entrenamiento al aire libre.
Para empezar, cuando sales a correr por la carretera, lo haces distinto que en la cinta de correr. Al aire libre tienes que vencer la resistencia del viento, esquivar obstáculos, dar zancadas para atravesar los charcos, ir cuesta abajo o -si eres lo suficientemente valiente- ir cuesta arriba. Son todas estas pequeñas cosas en conjunto, las que determinan que el ejercicio fuera sea mucho más intenso e suponga más energía que cuando se ejercita entre las cuatro paredes de un gimnasio.
Algo parecido ocurre con la bicicleta, donde la fricción del viento representa también un factor determinante en el esfuerzo que se debe realizar para recorrer la misma distancia.
La conclusión entonces es muy sencilla: si tienes tiempo limitado y debes capitalizarlo quemando la mayor cantidad de calorías en el menor tiempo posible, antes que apuntarte en un gimnasio, debes salir a trotar por el parque.
Estudios relacionados
Pero también hay otras ventajas del entrenamiento al aire libre además de las ya mencionadas. Ventajas que tienen que ver más con una cuestión emocional, que física.
Tras una investigación en la que una serie de voluntarios debía hacer dos paseos, uno al aire libre y otro en un espacio cerrado, los resultados fueron bastante concluyentes: todos dijeron haber disfrutado más del contacto con la naturaleza.
Inclusive los estudios psicológicos que se les aplicaron después del paseo por el exterior, arrojaron mejores resultados en relación a la sensación de vitalidad, entusiasmo y placer.
En cambio, los niveles de tensión, depresión y fatiga, se encontraban notoriamente más bajos que tras caminar sobre la cinta en un gimnasio.
Pero, si el resultado de estos estudios aún no te convence por estar basado en respuestas subjetivas, déjanos contarte que las investigaciones más cuantitativas también están del lado de la actividad física en el exterior. Objetivamente, quienes se ejercitan al aire libre, lo hacen más seguido y en rutinas más largas. Los investigadores estudiaron específicamente a un grupo de hombres y mujeres mayores de 66 años sobre sus hábitos en relación al deporte, y después los aprovisionaron con dispositivos capaces de medir sus niveles de actividad durante una semana.
El resultado: quienes entrenaban al aire libre, eran significativamente más activos que quienes lo hacían dentro, realizando de promedio unos 30 minutos más de ejercicio semanal.
Pero hay más. La exposición al sol (además de darte un sano y hermoso bronceado) genera también vitamina D, fortaleciendo tus huesos y tu sistema inmunológico, además de mejorar tu estado de ánimo. Según los investigadores, este último podría ser una de las razones por las cuales quienes entrenan fuera, presentan niveles más bajos de cortisol en la sangre, una hormona relacionada con el estrés.
Recuerda que cuando te ejercitas al aire libre, todo se renueva constantemente. El paisaje, el clima, las caras de los otros deportistas, los demás seres vivos; estimulando y excitando tu cerebro a cada paso.
Es así como romper con la costumbre de entrenar entre cuatro paredes puede implicar mucho más que ahorrarte la cuota del gimnasio, mucho más incluso que ejercitarte más duro y durante más tiempo: puede significar también, entrenar tu mente y espíritu tanto como tu cuerpo.
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